martes, 31 de agosto de 2010

Los clásicos

La diferencia entre los clásicos y los autores contemporáneos es la misma que entre el vino y el mosto: tiempo. El tiempo hace de filtro, a veces lentamente, a veces de forma abrupta, y permite ahorrarnos esas locuras colectivas llamadas modas. Esta selección es aún más importante hoy en día, con la avalancha continua de información a la que somos sometidos. Así que a no ser que seas una de esas personas que disfrutan más comprando lotería que ganándola, abandona este blog y busca un buen clásico.

Diversity

Ahora que se acerca mi regreso a la Universidad de Chicago, con su obsesión por la diversidad (obsesión compartida por todas las instituciones educativas del país), no puedo resistirme a compartir la mejor definición de diversidad que recuerdo.



Perú

Estoy a punto de coger (sí, coger) un avión en el aeropuerto de Lima y así abandonar este país. Durante estos días he podido conocer algunos de los restos arqueológicos más importantes de Perú, y he escuchado con atención las explicaciones de los guías. Todos, sin excepción, coincidían en el carácter idílico de las sociedades precolombinas (tal vez debería decir, prepizarrianas). Antes de llegar los españoles, nadie moría de hambre, no había clases sociales, la concordia reinaba, y la expansión inca fue pacífica y se basó en la integración de lo mejor de cada pueblo. Detecté algunas inconsistencias sin importancia, como el hecho de que los enterramientos no fuesen los mismos para todo el mundo, que deformarse el cráneo pudiese indicar el rango social (¿no habíamos quedado en que no había clases?), que se diese la práctica de los sacrificios humanos (un guía hablaba de vírgenes, otro de los nacidos en el mes de Agosto -?????-) o que existiesen armas y que los españoles se aprovechasen de la división provocada por una guerra civil para dominar el imperio.


Al parecer la astronomía inca no ha sido igualada a lo largo de la historia, si bien no se dieron cuenta que el lucero matutino y el vespertino correspondían al mismo planeta -Venus-. Me sorprendió la influencia que tenía la astronomía en su cultura, incluyendo la planificación urbana, pero no creo que sea algo excepcional tratándose de una sociedad fundamentalmente agraria. Tampoco se comprende cómo es posible que construyesen obras en fábrica sin argamasa en los siglos XIII - XV (supongo que el acueducto de Segovia lo hicieron los marcianos unos cuantos siglos antes), o cómo sus construcciones estaban adaptadas a entornos de elevada sismicidad (¿alguien está familiarizado con el concepto de prueba y error?). En resumen, me da la sensación que la cultura peruana prehispánica tiene muchos puntos en común con la nepalí y el antiguo egipto, pero puede que me equivoque.


Lo que no se puede negar es que la mayoría de la población peruana percibe el periodo colonial como una etapa traumática durante la cual fueron despojados de su cultura. Me frustra que no conozcamos más de las culturas presentes antes de la llegada de Pizarro, y creo que las cosas se podrían haber hecho mucho mejor, pero no creo en el mito del buen indígena. Creo que es necesario repensar las instituciones y leyes peruanas y hacerlas compatibles con el sistema de valores imperante en la gran mayoría de la población para que esta sociedad adquiera todo su potencial. No es fácil, porque sin capitalismo no alcanzarán un nivel de desarrollo comparable al de otras naciones, y el modelo de capitalismo más generalizado es el occidental, pero estoy convencido de que vale la pena. 

jueves, 12 de agosto de 2010

Política y transparencia

A los economistas les encanta hablar de los conflictos principal-agente. Básicamente consiste en que a menudo, los intereses de un agente y su principal divergen, y eso suele dar problemas. Ejemplos clásicos serían el de los accionistas y los gestores de las empresas, tu jefe y tú, o los políticos y sus electores.

A los accionistas les gustaría que los gestores dedicasen todo su esfuerzo a aumentar el valor de sus acciones, mientras que a los gestores les puede interesar más jugar al golf, viajar en un jet privado a costa de la empresa, o lanzarse a comprar empresas para satisfacer sus ansias de construir imperios. Del mismo modo, a los electores les gustaría que los políticos se dedicasen a suministrar una serie de servicios públicos al mínimo coste, y legislasen con el fin de facilitar la actividad de la sociedad sin interferir en exceso. A los políticos les puede interesar más aumentar sus poderes para satisfacer el pequeño dictadorcuelo que habita en su interior, discutir y hacer ruido en lugar de trabajar, viajar por todo el mundo a costa del erario público, aumentar las dietas, o multiplicar el número de cargos públicos y funcionarios, incrementando así su capacidad de influencia y sensación de poder.

Si tu jefe pudiese controlar en todo momento qué haces o los accionistas lo que hacen sus gestores, no habría ningún problema. Pero la asimetría en la información está en la raíz de este tipo de conflictos. El director general de una empresa la conoce mucho mejor que sus accionistas, y en general puede servirse de esta ventaja para actuar según sus propios intereses. Para tratar de reducir esta asimetría de información, se establecieron una serie de normas contables, de modo que aunque no son perfectas, permiten que la información sobre el estado de la empresa fluya hacia los accionistas.

Del mismo modo, deberíamos establecer una serie de normas "contables" para que los gobiernos reporten a sus ciudadanos periódicamente. Mayor transparencia en los datos que se transmiten, y más facilidad para analizarlos y compararlos permitirían a la sociedad decidir qué problemas importan y cuáles no tanto, y sobre todo, juzgar mejor la labor de los políticos. No hace falta inventar nada, simplemente implementarlo. Por ejemplo:

- CapitalIQ: para aquellos que estéis familiarizados con esta herramienta comprenderéis porqué sueño con que pueda haber algo parecido para las administraciones públicas. Imaginad una simple hoja excel interactiva que os permita analizar todos los gastos incurridos por la administración (así como el presupuesto para el año próximo). La hoja os permitiría ver el nivel de detalle que queráis. ¿Que quieres ver cuál ha sido el gasto en medio ambiente el año pasado? Lo tenéis. ¿Que quieres saber cuánto se gastó en repoblación en la Sierra de Gata, y cuánto de eso fue salarios, cuanto transporte, ...? Lo tienes.

- Gapminder: a nivel más macro, sería maravilloso implantar algo parecido a esta web para las administraciones públicas. Deberían incluirse todas las administraciones, no sólo la nacional, para permitir comparaciones entre comunidades autonómas, entre ayuntamientos... Permitiría además ver tendencias históricas.

Habrá quien tenga dudas acerca de las posible manipulación de los datos (clasificación interesada de las partidas...). Para evitarlo, sería conveniente que todos los datos estuviesen también disponibles en bruto (a nivel de los tickets de restaurante que pase cada concejal, con nombre y apellidos), y la primera comprobación sería que el total sumase todo el dinero gastado por cualquier organismo público.

lunes, 9 de agosto de 2010

Una estadística en la que no estamos tan mal...




La educación en España.... y la descentralización

Debo de estar más ocioso de lo que pensaba, porque ahí va una reflexión doble sobre España.

Lo que diferencia un sistema político centralizado de uno descentralizado es dónde se toman las decisiones. Usemos como ejemplo la educación primaria. La educación primaria se suministra en los colegios. Si a nivel de colegio se decide si los niños han de llevar uniforme, qué comida se sirve a los alumnos, los horarios, si se refuerzan las horas dedicadas a ciertas asignaturas, la lengua en que se enseña cada asignatura, cómo se remunera a los profesores, cuántos alumnos habrá por clase ... nos encontramos ante un sistema descentralizado. Si todas estas decisiones se toman en un despacho en otro lugar, el sistema es centralizado. Si el sistema es centralizado lo normal es que las decisiones sean las mismas para todos los colegios (aunque nada impediría que las decisiones fuesen específicas). Se hace así porque tomar una decisión distinta para cada centro, si no se quiere hacer de forma aleatoria, supone un esfuerzo adicional y es difícil conocer en detalle las condiciones de cada centro a distancia. Normalmente los sistemas centralizados suelen ser más caros, si bien en el ejemplo que tratamos no tiene por qué ser así.

Dado que en los colegios ya existe una estructura de gestión (director), se podría canalizar a través de esta figura el esfuerzo adicional de gestión sin incurrir en mayores costes. La toma de decisiones también puede incorporar a los profesores del centro, incluso a los padres de los alumnos. De hecho, se puede dejar a elección de cada centro el esquema de gobierno.

Dado que nos puede preocupar que la disparidad de criterio genere diferencias importantes en la calidad de la educación impartida, vulnerando el derecho de los niños a recibir una buena educación, tiene sentido disponer de un organismo estatal que marque unas pautas generales y vele por la calidad de la enseñanza. Las pautas buscarían garantizar los derechos fundamentales de niños, padres y profesores (por ejemplo se puede impedir a los colegios someter a los niños a terapia electroconvulsiva si se portan mal), así como una serie de contenidos mínimos que se considera que deben conocer todos los niños. El cumplimiento del primer tipo de normas se garantiza mediante inspecciones, el cumplimiento del segundo mediante exámenes estatales (como la Selectividad).

Soy partidario del sistema descentralizado. Si se combina con la libertad de los padres para elegir colegio, permite que el mecanismo de competencia entre centros permita una mejora de la educación (sé que a los políticos la idea de dar mayor libertad a los ciudadanos para tomar decisiones les provoca sudores fríos, pero después de todo son mis asalariados, y por eso creo que deberían comenzar a hacer caso a sus jefes).

En los sistemas centralizados, da igual dónde se sienta el tipo que toma las decisiones. Las circunstancias de cada centro pueden ser distintas, y si todos los centros públicos hacen lo mismo, no hay competencia. Me da la sensación que los políticos en España han logrado convencer a los españoles de que hoy en día tenemos un sistema descentralizado. Es mentira. Tenemos 17 sistemas centralizados, que dicho sea de paso, es más caro que tener sólo uno. Estos 17 sistemas centralizados no sirven para crear una dinámica competitiva de mejora. A mí me da igual que haya un colegio en Badajoz que me parece que hace las cosas mejor que el que está a 5 manzanas de donde vivo. Quiero poder elegir a qué colegio de mi ciudad llevar a mis niños, y que ofrezcan opciones distintas.

La educación en España (VII)

Este va a ser la penúltima entrada que hago sobre la educación, que ya comienza a ser cansino el tema...

Otro problema creo tiene el sistema educativo en España, que ha surgido en los últimos años, y que no deja de ser un reflejo de nuestra sociedad, es lo poco que se valora el esfuerzo. Para luchar contra el fracaso escolar, se baja el nivel. Si a los niños no les gustan las matemáticas, es porque no se las enseñan actores disfrazados de Pokémon. Lo importante es que las cosas tienen que ser fáciles, no vaya a ser que el niño tenga que sentarse a pensar durante media hora y se frustre.

Porque es fundamental que nadie se sienta fustrado. Si un chico de 18 años quiere ser, por ejemplo, teleco, debe serlo. Da igual si existe suficiente demanda, se abren más escuelas (lo que permite satisfacer la necesidad de cada capital de provincia de tener una universidad) y ya está. Si después de una serie de años de estudio, tiene que acabar trabajando de dependiente en una cadena de ropa, mala suerte. España, con una industria aeronáutica que factura menos de un quinto que la francesa, tiene 5 escuelas frente a 3, y es posible que ya gradúe más ingenieros.

La verdad es que los problemas interesantes son los más difíciles, y necesitamos acostumbrarnos a enfrentarnos a problemas difíciles. Necesitamos una sociedad del esfuerzo. Y es mejor que un chaval afronte la fustración de no poder entrar en una facultad determinada con 18 años (por cierto, porque otros chavales consiguieron mejores resultados que él) a dilapidar recursos masificando una determinada formación, que después no se va a adaptar a lo sus necesidades, y que posiblemente sea de peor calidad.