La educación tiene muchas funciones. Permite a las sociedades transmitir sus valores de generación en generación, y facilita el acceso de las personas a bienes culturales que pueden aumentar su felicidad. También es el mecanismo más eficaz de transmisión de renta a las clases sociales más desfavorecidas. Basta comparar el importe que puede percibir un individuo de baja renta vía subsidios, con la diferencia de renta que percibiría en caso de disponer de más educación. Además, mientras que el subsidio es una mera transferencia de riqueza (al menos en una primera aproximación), la educación tiene un claro carácter de inversión, y la renta generada excede con creces el coste inicial en el que incurre el estado. Además, la educación tiene multitud de externalidades positivas (el nivel educativo tiene una correlación positiva con la salud, la educación de los hijos, la falta de conflictividad, ...).
Por estas y otras razones la educación debería ser una de nuestras principales preocupaciones, no si la selección de fútbol gana un mundial, o si hay que prohibir los toros. Sin embargo parece que la educación es una de las últimas prioridades de la clase política actual, y está casi ausente del debate público. La educación en España no parece mejorar, y eso me preocupa.
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