lunes, 9 de agosto de 2010

La educación en España.... y la descentralización

Debo de estar más ocioso de lo que pensaba, porque ahí va una reflexión doble sobre España.

Lo que diferencia un sistema político centralizado de uno descentralizado es dónde se toman las decisiones. Usemos como ejemplo la educación primaria. La educación primaria se suministra en los colegios. Si a nivel de colegio se decide si los niños han de llevar uniforme, qué comida se sirve a los alumnos, los horarios, si se refuerzan las horas dedicadas a ciertas asignaturas, la lengua en que se enseña cada asignatura, cómo se remunera a los profesores, cuántos alumnos habrá por clase ... nos encontramos ante un sistema descentralizado. Si todas estas decisiones se toman en un despacho en otro lugar, el sistema es centralizado. Si el sistema es centralizado lo normal es que las decisiones sean las mismas para todos los colegios (aunque nada impediría que las decisiones fuesen específicas). Se hace así porque tomar una decisión distinta para cada centro, si no se quiere hacer de forma aleatoria, supone un esfuerzo adicional y es difícil conocer en detalle las condiciones de cada centro a distancia. Normalmente los sistemas centralizados suelen ser más caros, si bien en el ejemplo que tratamos no tiene por qué ser así.

Dado que en los colegios ya existe una estructura de gestión (director), se podría canalizar a través de esta figura el esfuerzo adicional de gestión sin incurrir en mayores costes. La toma de decisiones también puede incorporar a los profesores del centro, incluso a los padres de los alumnos. De hecho, se puede dejar a elección de cada centro el esquema de gobierno.

Dado que nos puede preocupar que la disparidad de criterio genere diferencias importantes en la calidad de la educación impartida, vulnerando el derecho de los niños a recibir una buena educación, tiene sentido disponer de un organismo estatal que marque unas pautas generales y vele por la calidad de la enseñanza. Las pautas buscarían garantizar los derechos fundamentales de niños, padres y profesores (por ejemplo se puede impedir a los colegios someter a los niños a terapia electroconvulsiva si se portan mal), así como una serie de contenidos mínimos que se considera que deben conocer todos los niños. El cumplimiento del primer tipo de normas se garantiza mediante inspecciones, el cumplimiento del segundo mediante exámenes estatales (como la Selectividad).

Soy partidario del sistema descentralizado. Si se combina con la libertad de los padres para elegir colegio, permite que el mecanismo de competencia entre centros permita una mejora de la educación (sé que a los políticos la idea de dar mayor libertad a los ciudadanos para tomar decisiones les provoca sudores fríos, pero después de todo son mis asalariados, y por eso creo que deberían comenzar a hacer caso a sus jefes).

En los sistemas centralizados, da igual dónde se sienta el tipo que toma las decisiones. Las circunstancias de cada centro pueden ser distintas, y si todos los centros públicos hacen lo mismo, no hay competencia. Me da la sensación que los políticos en España han logrado convencer a los españoles de que hoy en día tenemos un sistema descentralizado. Es mentira. Tenemos 17 sistemas centralizados, que dicho sea de paso, es más caro que tener sólo uno. Estos 17 sistemas centralizados no sirven para crear una dinámica competitiva de mejora. A mí me da igual que haya un colegio en Badajoz que me parece que hace las cosas mejor que el que está a 5 manzanas de donde vivo. Quiero poder elegir a qué colegio de mi ciudad llevar a mis niños, y que ofrezcan opciones distintas.

La educación en España (VII)

Este va a ser la penúltima entrada que hago sobre la educación, que ya comienza a ser cansino el tema...

Otro problema creo tiene el sistema educativo en España, que ha surgido en los últimos años, y que no deja de ser un reflejo de nuestra sociedad, es lo poco que se valora el esfuerzo. Para luchar contra el fracaso escolar, se baja el nivel. Si a los niños no les gustan las matemáticas, es porque no se las enseñan actores disfrazados de Pokémon. Lo importante es que las cosas tienen que ser fáciles, no vaya a ser que el niño tenga que sentarse a pensar durante media hora y se frustre.

Porque es fundamental que nadie se sienta fustrado. Si un chico de 18 años quiere ser, por ejemplo, teleco, debe serlo. Da igual si existe suficiente demanda, se abren más escuelas (lo que permite satisfacer la necesidad de cada capital de provincia de tener una universidad) y ya está. Si después de una serie de años de estudio, tiene que acabar trabajando de dependiente en una cadena de ropa, mala suerte. España, con una industria aeronáutica que factura menos de un quinto que la francesa, tiene 5 escuelas frente a 3, y es posible que ya gradúe más ingenieros.

La verdad es que los problemas interesantes son los más difíciles, y necesitamos acostumbrarnos a enfrentarnos a problemas difíciles. Necesitamos una sociedad del esfuerzo. Y es mejor que un chaval afronte la fustración de no poder entrar en una facultad determinada con 18 años (por cierto, porque otros chavales consiguieron mejores resultados que él) a dilapidar recursos masificando una determinada formación, que después no se va a adaptar a lo sus necesidades, y que posiblemente sea de peor calidad.

sábado, 7 de agosto de 2010

La educación en España (VI)

Conocí a un estudiante de máster en ingeniería aeroespacial en una prestigiosa universidad americana. Tenía un problema térmico que resolver en un experimento de laboratorio, pero quería hacer algunas simulaciones numéricas antes de empezar a cortar metal, y no sabía lo que es una EDP (ecuación diferencial en derivadas parciales). Muchos que hayan estudiado en España se estarán echando las manos a la cabeza: ¿cómo es posible que se pueda estar a punto de ser ingeniero sin resolver EDP's dormido?

El muchacho buscó un libro en la biblioteca, aprendió lo que era una EDP, se familiarizó con la ecuación del calor, hizo un pequeño código para simular el aspecto térmico del experimento que pretendía realizar y resolvió el problema que tenía. Le llevó un par de semanas. En otro momento, me habló de una visita que había hecho a un laboratorio en Alemania. Le sorprendió el nivel de las instalaciones, mucho mejores que las que ellos tenían en los Estados Unidos. Le escandalizó que sólo las utilizasen para hacer experimentos que ya se habían hecho con anterioridad y cuyos resultados por tanto se conocían.

En muchas ocasiones he oído alabar el nivel de preparación de nuestros técnicos, y cómo nuestras escuelas se comparan de manera favorable con las americanas al menos en nivel matemático. Pero más importante que aprender matemáticas, cuando se es ingeniero, es aprender a tener iniciativa. Y este es un problema de fondo del sistema educativo en España que creo viene de mucho tiempo atrás: fomenta la pasividad.

Desde que entras en el colegio en parvulario, te sientan con otros 30 niños en filas, con el profesor de pie en el encerado, y tu única función es escuchar lo que te cuente, aprenderlo, y contestar bien a una serie de preguntas que te formulan de vez en cuando. Nos hemos olvidado de que no enseña el profesor, sino que aprende el alumno. Necesitamos fomentar la iniciativa en los alumnos, y tal vez, esto ayude a crear una sociedad dispuesta a asumir más riesgos. ¿Cómo hacerlo? Se me ocurren varias ideas:

- La evaluación nunca debería depender exclusivamente del resultado de un examen, sino también de trabajos (tanto individuales como en grupo), y de la participación en clase.

- Se debería fomentar, desde la más tierna infancia, los debates en clase. Los alumnos deberían acostumbrarse a preparar temas por su cuenta, presentarlos a sus compañeros, y defender sus posiciones frente a ellos.

- A nivel universitario se deberían fomentar los currícula abiertos. En el mundo real un trozo de papel no certifica tu capacidad para desempeñar un trabajo, sino que lo hagas. No hay ninguna necesidad de que todos los abogados, por ejemplo, hayan cursado las mismas asignaturas. El alumno debe responsabilizarse de su educación en función de sus intereses.

He oído que Bolonia va en esa dirección, al menos en parte. Espero que la implantación sea buena.

viernes, 6 de agosto de 2010

La educación en España (V)

Bajar el listón para luchar contra el fracaso escolar es un error. El problema es que cuando se marca un ritmo adecuado para el centro de la campana, dejas atrás a una cola, y frenas a otra. Se hace necesario un sistema que permita recuperar a los alumnos rezagados y que permita estimular a los alumnos más brillantes. Para lo primero es fundamental que el profesor identifique lo antes posible a los alumnos que necesitan ayuda, y se debe actuar. Desde primaria. No nos engañemos, supone un coste adicional (básicamente horas de profesor durante clases de apoyo), pero cuanto antes se intervenga, menor es el coste, y como he dicho en otro post, el gasto en educación es una inversión. Para el segundo caso, clases avanzadas (incluso en la universidad), así como un sistema de concursos basados en trabajos y competiciones pueden resultar suficientes.

Para verificar la eficacia de estas medidas, así como la del resto, es fundamental medir. Necesitamos reflexionar sobre qué parametros permitirían seguir la calidad del sistema educativo, y establecer el sistema de medida. Esas métricas deberán ser públicas. Estas medidas son las que permitirían discriminar entre distintos sistemas en caso de que se decidiese a experimentar (y soy un gran fan de la experimentación).

La educación en España (IV)

Una educación no puede ser mejor que los profesores que la imparten. Un estudio comparativo que realizó la consultora para la que trabajo confirmó esta premisa. Basándose en los resultados del informe de Pisa, se buscó qué tenían en común sistemas educativos de países tan dispares como Singapur y Finlandia, y qué les diferenciaba de otros sistemas educativos que obtenían peores puntuaciones. En general, los países con alta puntuación eran aquellos en los que la profesión de profesor es prestigiosa, el acceso relativamente complicado, y la remuneración competitiva respecto a la de otras alternativas. Tan sencillo como eso, esfuérzate en tener buenos profesores, y tendrás una buena educación. Págales poco, selecciona entre los jóvenes menos brillantes, facilita el acceso a la profesión, quitáles la autoridad en clase y el prestigio fuera de ella y ya puedes gastarte el dinero que quieras en ordenadores y edificios, que tendrás una educación mediocre.

Como siempre, la receta detallada requerirá de un análisis profundo, y será necesario experimentar con varias alternativas, pero mi propuesta iría por estas líneas:

- Atraer a candidatos de todas las escuelas, no necesariamente sólo de las de pedagogía. A enseñar se aprende enseñando, no sólo en la universidad. Para ello hará falta subir el sueldo de entrada, aunque sea a costa de una menor progresión con el tiempo o de un mayor número de alumnos por profesor. Un buen profesor dará mejor educación a 40 niños que dos mediocres a 20 cada uno.

- Preocuparse por la formación continua de los profesores. Esto incluiría la asistencia a clases de colegas para que las mejores prácticas se diseminen lo antes posible. Un esquema sensillo consistiría en que una vez por semana, cada profesor asistiese a la clase de un colega, y tras ella mantuviese una reunión con él para discutir acerca de qué cosas ha visto que hace diferente... Estos intercambios se deberían hacer tanto dentro del centro, como con otros centros.

- Rediseñar el sistema de compensación, incluyendo una componenete variable, en función del desempeño.

- Aunque esto pueda resultar utópico, hacer del despido una posibilidad.

jueves, 5 de agosto de 2010

La educación en España (III)

Hace poco leí en el muy recomendable libro "Fault Lines" de Raghuram G. Rajan, que las diferencias en rendimiento académico entre niños pobres y ricos se mantiene más o menos constante durante el curso, pero se acrecenta en los meses de verano. La razón estaría tanto en las diferencias de acceso a recursos educativos durante las vacaciones (academias, profesores particulares...) como en lo distintos que pueden ser los ambientes familiares de cara a estimular intelectualmente a los niños. Para remediar este problema, Raghu propone reducir las vacaciones escolares, y yo en principio apoyo esta propuesta.

Antes de implementarla, sería bueno probar en varios colegios para ver el resultado, pero las ventajas me parecen evidentes, especialmente para los niños procedentes de familias desfavorecidas. A parte de reducir las diferencias en rendimiento escolar, pasar de tres meses a uno de vacaciones permitiría afianzar el aprendizaje de todos los niños (tres meses de inactividad escolar son muchos y facilitan el olvido, además se daría tiempo a los profesores para dar síntesis al final de curso que faciliten asimilar el temario) e incluso extender los temarios. Hoy en día el acondicionamiento de los edificios permite dar clase aunque fuera haga mucho calor. Además, ayudaría a resolver el problema al que se enfrentan muchos padres que no pueden vigilar a sus hijos durante las vacaciones escolares. Es cierto que restringiría en parte la capacidad de elección de vacaciones por parte de los padres, pero no tiene por qué aumentar el efecto de valle vacacional (no todos los colegios tienen por qué compartir el mismo mes de vacaciones).

Creo que esta medida tendría su mayor impacto en la educación primaria y secundaria.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La educación en España (II)

No soy ningún experto en la materia. Las opiniones que compartiré en las próximas entradas son el resultado de conversaciones con amigos y algunas lecturas. Si alguien las lee por accidente y posee información al respecto, me encantaría conocerla.

La educación empieza antes del nacimiento. Determinadas conductas en el embarazo pueden afectar negativamente a las facultades intelectuales del bebé. Entre estas conductas estarían el consumo de drogas (incluyendo el tabaco) y alcohol , así como una nutrición deficiente en determinadas sustancias. Estas conductas están asociadas además en algunos casos (no siempre) a niveles socioeconómicos bajos. ¿Cómo incentivar a las madres para que lleven a cabo unos cuidados prenatales que maximicen la salud y las capacidades de sus hijos? Ahí va mi primera propuesta para la educación en España: un programa de salud prenatal basado en incentivos condicionados.

Por incentivo entiendo un subsidio a la futura madre (el monto tendrá que ser lo bastante elevado para que resulte eficaz, y suficientemente bajo para que no suponga un esfuerzo presupuestario excesivo). Por condicionado entiendo que para percibirlo, se deben cumplir una serie de requerimientos. Los detalles del programa se podrían estudiar, incluso lo deseable sería probar mediante un experimento con distintos valores de los parámetros del mismo para dar con la combinación óptima. En líneas generales, me puedo imaginar un programa en el que cada dos semanas, por ejemplo, la mujer asistiese a su centro de salud, allí se le practicase una revisión, que incluiría un análisis para ver si ha fumado, o tomado algún tipo de substancia, y se le suministrase complementos nutricionales. Tras tomarlos, y si los test son negativos, se le daría un cheque, por ejemplo, de 50 €. Como digo, los parámetros del programa (frecuencia de visitas, complementos a tomar y modo de hacerlo, test, montante del cheque...) se deberían diseñar tras un estudio y varios experimentos, que medirían también el impacto en la salud de los niños.

Bebés más sanos y con mayor potencial tendrán un futuro más prometedor, y con este programa se podría reducir la primera brecha a la que se enfrentan los niños procedentes de las familias más pobres.